El elíxir del arquitecto
El venerado Frank Gehry colaboró con la marca de coñac Hennessy para crear 150 botellas de ultra lujo.

Nada menos que una autoridad, aquel que Vanity Fair llamó una vez “el arquitecto más importante de nuestra época”. Y no fue una exageración: Frank Gehry, diseñador del Museo Guggenheim de Bilbao, entre otras obras maestras, siempre ha estado a la altura del apodo.
En el estante de su biblioteca tiene el placer de contemplar el Premio Pritzker, la Medalla Nacional de las Artes, la Medalla Presidencial de la Libertad y la Légion d'honneur, entre otros logros. Y junto a ellos, ahora puede colocar una botella de uno de los mejores coñacs del mundo, una obra maestra escultórica por derecho propio.
De ahí su nombre, la obra maestra de Hennessy X.O x Frank Gehry. Limitados a solo 150 ejemplares firmados y numerados, con un precio de alrededor de $17,000 dólares cada uno, los recipientes del precioso elixir tienen toda la presencia y estilo de uno de sus edificios icónicos. Verdaderamente una fusión de la vanguardia y lo tradicional, Hennessy X.O es el coñac creado en 1870 por Maurice Hennessy para su familia y amigos, el primer coñac "Extra-Old" (XO) de la historia en una colaboración que además coincide con su 150 aniversario.
La creación de Gehry en oro y vidrio es una evolución del famoso decantador con forma de jarra X.O, creado en 1947 por el bisnieto de Maurice Hennessy, Gérald de Geoffre. Gehry se inspiró en la tierra fértil, las vidas retorcidas y el sinuoso río Charente de la región francesa del Cognac, hogar de la Hennessy Maison, envolviendo el decantador en una funda arrugada de bronce bañado en oro de 24 quilates.
Además, está revestido por un "glorificador" de vidrio fracturado, con un efecto arrugado, que capta la luz y da ilusión de movimiento. Finalmente, Gehry creó un fusil luminoso, hecho de latón y oro. El dispositivo se inspira en el ritual que lleva a cabo el maestro de bodega de Hennessy para extraer el coñac de las barricas. Aquí, el gran arquitecto analiza lo que le supuso esta colaboración histórica.
¿Qué te hizo querer colaborar con Hennessy?
Acepté porque me atrajo la rica historia de Hennessy X.O y la Maison Hennessy. Fue un honor asumir el desafío de diseñar un símbolo de un coñac icónico que representa 150 años de técnica, trabajo y emoción de un linaje histórico de familias y artesanos.
¿Por qué elegiste estos materiales?
Quería que esta colaboración con Hennessy no fuera solo un decantador, sino una escultura. El uso de materiales fuertes pero elegantes nos permitió crear una forma fuerte mientras proyectamos belleza. Para el decantador, usar bronce para elaborar la concha nos permitió replicar la textura de la superficie del río Charente, que sumergimos en oro para crear un acabado que atrapa la luz y fascina como el agua. Creamos el glorificador de vidrio translúcido; había trabajado con trozos de vidrio en un edificio en Chicago y quería usar esa técnica en otro proyecto. El vidrio crea la ilusión de una salpicadura de agua que rodea el decantador.
¿Cómo describirías tu proceso creativo?
La creatividad es, al principio,curiosidad. Las ideas creativas surgen de sentir curiosidad por el tema, hacer preguntas y descubrir en el camino, sin tener miedo de probar cosas nuevas. Cuando diseño, pruebo cosas nuevas, hago múltiples diseños y modelos hasta que encuentro el producto final que se siente bien.
¿Cuál es el hilo conductor de tus diseños, ya sea un decantador o un edificio?
Es sincero. Es un compromiso con las personas con las que estoy trabajando y adoptando su cultura, que es diferente a la mía. Con Hennessy, la cultura es un compromiso con la excelencia, desde las personas que elaboran las barricas hasta los catadores; quieren excelencia en todo lo que hacen y quieren que el equipamiento de Hennessy X.O esté a la altura del gusto.
¿Crees que un buen diseño debería crear una conexión emocional con el espectador?
Hace unos 50 años, fui al Museo Arqueológico de Delfos en Grecia, y me paré frente a una estatua llamada El Auriga de Delfos, una de las esculturas de bronce más famosas que se conservan de la antigua Grecia. Miré la estatua y comencé a llorar. Sentí la emoción transmitida a través del molde de bronce y fue una idea realmente poderosa para mí que se pudiera transmitir la emoción a través de materiales inertes; por lo tanto, significaba que la arquitectura podía crear una respuesta emocional; y los muebles, la pintura y la escultura, todo puede hacerlo. Creo que este decantador y glorificador que hemos creado expresa la emoción de la cultura de la que nacieron.